domingo, 10 de julio de 2011

Locos de medianoche

Locos de medianoche

II


Miré hacia arriba, y conté los peldaños de aquella enrevesada escalera de caracol. Eran de madera vieja, roída por las ratas y picada por las termitas al igual que las tablas de madera que recubrían la pared de adobe. Dudaba que aquella vieja escalera pudiera soportar a un hombre de mi peso y mucho menos al que me secundaba por detrás cuchillo en mano y apuntado con la afilada hoja de acero hacia mi.

No tenía más remedio que subir, de un modo u otro mi vida estaba acabada.

En cuanto posé uno de mis pies en el primer peldaño el crujido rompió en silencio, el sonido subió escalera arriba y regresó con eco al chocar contra el techo.

Comencé a contar un escalón tras otro sabiendo que con cada crujido me acercaba un poco más al cierre de mi vida. La escalera era irregular, torcida...incluso pasando de los cinco metros de altura según subía tuve que empezar a subir escalones de dos en dos pues solía faltar el del medio o estar a punto de caer.

Posiblemente esta iba a ser la vez que más adrenalina corría por mi cuerpo. La iluminación escasa no me permitía ver. Bajo mis pies aquella insegura escalera y... puedo jurar que se me encogió el corazón cuando al subir a cierto punto la barandilla cedió y cayó con un ruido metálico al suelo y luego el sonido del pesado cuerpo de mi secuestrador.

Con tiento me giré y mire hacia abajo. Los peldaños subidos se habían desprendido junto a la barandilla y la zona en la que yo estaba temblaba peligrosamente amenazando con derrumbarse. Sabe Dios a que se sujetaba para mantenerse aún en pie. Aquello era un milagro o simplemente no era mi momento. Quien sabe...

Comencé a correr haciendo oídos sordos a los crujidos, haciendo ojos ciegos a los peldaños que caían o se partían bajo mis pies.

Los minutos más largos de mi vida fueron la subida que aquella escalera que se derrumbó en cuanto de nuevo tome suelo firme. O al menos un poco más seguro.

Caí de rodillas jadeando, con el sudor frió bañando mi espalda y astillas clavadas en manos y pies. Pero estaba a salvo. Tras unos segundos alcé la mirada y a través de un ventanuco pude ver una preciosa luna llena que había llegado al cenit.

Fui a ponerme en pie, pero me corté con las baldosas sueltas. El dolor fue como una descarga que me hizo frenarme quedando donde estaba. Es curioso como puede acabar una noche en la que simplemente se tiene la intención de tomar un par de copas y echar unas risas.

Suspiré y me tumbé en el suelo.

No había modo de salir de aquel lugar. No había forma de que bajara de nuevo o de salir por aquel ventanuco que estaba enrejado. Y en aquel lugar situado en dios sabe donde era improbable que alguien me encontrara.

Pasaron minutos hasta que me calmé y comencé a recordar.

"Tu serás su comida"


Eso es lo que había dicho aquel hombre antes de llevarme a aquel lugar.

Comida.... ¿De las ratas? —pensé en voz alta. Grave error. Dos ojos ambarinos aparecieron en uno de los oscuros rincones y una silueta negra se alzó tapando la luz que entraba por el ventanuco. Enfoqué mi mirada en él, retrocediendo por el pánico. Aquel ser tendría unos cuatro metros de altura.

Se movió como una sombra y quedando encima me cubrió con una sustancia pegajosa que endureció en segundos. Fue lo último que sentí justo antes de la mortal dentellada, el dolor, y la oscuridad.

2 comentarios:

  1. mal royo, mal royo... Ahora me pregunto ¿Las historias están conectadas o simplemente "Locos de media noche" es una sucesión de relatos cortos?

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  2. Es una sucesión de relatos cortos, en concreto van a ser 12 xD

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