lunes, 13 de enero de 2014

La reunion

La verdad es que esto me esta gustando. No tengo nada planeado, solo escribo y sigo la historia como sale. Y procuro no imaginarme nada, por que una vez se lo que va a pasar pierdo el interés y las ganas de escribir. Hasta que coja un horario, y cierta disciplina, es mejor que tenga ganas. Este es un poco mas largo que el anterior. De hecho, pensaba seguirlo pero me he dado cuenta de que entonces quedaría excesivamente largo. No estoy muy segura de haberlo dejado en buen sitio pero es lo que hay.

En fin, tomatazos, halagos y comentarios serán bien recibidos.


Llamaba la atención. Lo sabia. Era un hombre de dos metros, con bíceps mas grandes que la cabeza de más de uno y vestido con ropa desgastada, que parecía de segunda mano. ¿Como no iba a llamar la atención? Encima en aquel mar de gente que se movía a su alrededor. No le gustaba estar entre tanta gente. No es que odiara las multitudes, pero no eran santo de su devoción. Y allí estaba, en mitad de una con el sol cayendo perpendicularmente sobre el asfalto, iluminando los edificios de oficinas grises que tenia alrededor.


Algo incómodo, se deshizo la coleta y volvió a hacérsela, sin apartar su ancha espalda de la pared. Miro a un lado de la calle, y luego al otro. Veía muchas cabezas, pero no la que esperaba. Resoplo, mirándose las botas y luego al frente, con el ceño fruncido. ¿Donde se había metido? Por enésima vez en los últimos diez minutos, miró su reloj de pulsera. Era lo único de su vestuario con aspecto nuevo. E incluso, y contra todo pronóstico, era caro. El platino resaltaba contra su piel morena, lanzando algún destello cuando el sol le iluminó. Negó para si con la cabeza, bajando el brazo y la manga, volviendo a ocultarlo.


Frente a él, al otro lado de la carretera, unos chavales habían visto el reloj. El más joven no debía de haber cumplido aún los catorce, y el más mayor no superaba los diecisiete. Lo hablaron entre ellos, y valoraron sus opciones. El reloj era valioso. Pero, aquel hombre, enorme y claramente más fuerte que todos ellos. Aunque contaban con la superioridad numérica, y con sus navajas de mariposa, no terminaban de estar seguros si podría intimidarle lo bastante para que les diera aquel reloj. O si conseguirían darle un navajazo antes de que les partiera las costillas a alguno de ellos.


Mientras tanto, el hombre al que pretendían atracar continuaba esperando. O mas bien, desesperado. La siguiente vez quedarían en un bar o en un parque.


-Siempre igual… - protesto para si - Siempre tarde… - se apartó de la pared y volvió a mirar a su alrededor.


La vio cuando faltaba menos de un metro para que le alcanzara. A pesar de que la mujer sonrió, el pareció querer asesinarla con la mirada.


-Llegas tarde - le echó en cara.


-Perdone que no todos tengamos esas largas piernas, Sr. Wood. -respondió ella con cierto humor ácido, sin detener su caminar.


El hombre trato de caminar mas o menos al ritmo de su acompañante, pero era difícil. El media dos metros. Ella apenas sobrepasaba el metro y medio. Tenía que hacer un gran esfuerzo para caminar despacio, ya que una sola de sus zancadas, eran tres o cuatro pasos de ella.


Pero ese no era el único contraste entre ellos. Donde el tenia el pelo negro, largo y atado, ella lo tenía corto, rubio, suelto y con un pedazo teñido de rosa casi fluorescente. El era de rasgos toscos y duros, bastante poco atractivo, y ella de rasgos dulces, redondeados y atrayentes. El iba vestido con ropa desgastada, algo descolorida, ella iba vestida con ropa nueva de colores llamativos.

También la actitud era opuesta. Mientras ella caminaba gesticulando y sonriendo, el lo hacia con el ceño fruncido y las manos en los bolsillos.


-Así que vas a coger un aprendiz - comentó la mujer despreocupadamente, mientras se movían por la ciudad bañada por el sol.


Wood la miro.


-¿En serio? - pregunto, incrédulo - ¿Vamos a hablarlo aquí, en la calle, a plena luz del sol?


-Claro. -respondió la mujer despreocupada - No tenemos por que esconderlo. - aseguro. - ¿O es que esperabas que te llevara a cenar con velitas primero? - añadió antes de reírse.


-Uno pensaría que hablar de espíritus animales, poderes psíquicos, reencarnaciones, vampiros y una organización desconocida para la mayoría de la gente, entre otras, se haría en privado. No en mitad de la calle - dijo en tono de protesta. Era lo lógico al fin y al cabo.


-Uhh… ¿Somos una organización? - quiso provocarle la mujer, antes de reírse suavemente al verle poner los ojos en blanco de la exasperación - Tranquilo, grandullón. Tampoco es que seamos un secreto. No nos escondemos. Solo es que no nos conocen.


-Y si nos conocieran nos catagolarian como una religión o una secta - añadió Wood negando con la cabeza.


-Por que no se creerían la mitad de las cosas que… - empezó con cierto desdén - ¡Oye! - protesto tras un momento - ¡No me cambies de tema! - le recrimino, dándole un manotazo en el costado - Tu. Aprendiz. ¿Como lo vas a hacer?


-Yo que se… - le respondió con desgana. Sabia que estaba allí para hablar de eso, pero había acudido a regañadientes. No terminaba de gustarle la idea, mucho menos que se metieran en ello. Ya decidiría el como se las apañaría.


-Siempre puedes buscar casos de poltergeist - sugirió la mujer alegremente - Ya sabes, la mayoría de los casos son críos o adolescentes que…


-No - la interrumpió Wood - No pienso tratar con un criajo con problemas emocionales o mentales. Bastante trabajo tendré ya.


-Quejica - le acusó su interlocutora - Supongo que también te puedes poner a buscar a alguien que tenga demasiados alumnos y…


-De eso nada - refunfuño el enorme hombre, de nuevo, interrumpiendo - La mayoría de los críos de las “escuelas” - dijo haciendo el gesto de entrecomillar con las manos, aunque para eso tuvo que sacarlas de los bolsillos. - tienen el cerebro lavado.


-Y para eso mejor tener un chaval en blanco y ya lavárselo tu ¿no? - se metió un poco con el su acompañante. - Pues si no vas a investigar los casos probables para descubrir a alguien, ni vas a pedirle a alguien que te ceda a uno de sus alumnos… ¿Que vas a hacer? - pregunto, sumamente curiosa.


-No tengo ni idea… - respondió soltando un suspiro de resignación. - Por de pronto, supongo que ocuparme de esos chicos que nos están siguiendo - añadió tras un momento.


-Ah, así que te has dado cuenta - dijo la mujer divertida. - Empezaba a pensar que habías perdido facultades. Como te estas haciendo mayor…


-No soy tan viejo - protesto Wood, para mayor diversión de su llamativa acompañante - Ahora, si no te importa Jesica… ¿Que te parece si paramos en algún lado? No me gusta que me sigan.

Jesica siguió riendo, mientras se apartaba algunos mechones rosas de la cara. Esperaba ver algo más que un poco de intimidación física. Una no podía ver en acción a Abel Wood todos los días.

1 comentario:

  1. Leñes, sangre...y se quedará con el de 14 a pesar de sus pesares porque tendrá un no-sé-qué qué-sé-yo....y sino, tos al hospital si no llegan antes al cementerio.

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