martes, 7 de enero de 2014

El hombre

Bueno, gente... pues parece que he cumplido. Al menos por esta semana. Quizá hasta haya otra actualización, que esto me ha quedado corto. Ya sabéis, cada comentario, critica, tomatazo y aplauso son bien recibidos.




De noche, los pasos resonaban en la calzada. Las nubes, de un artificial anaranjado por las luces de la ciudad, cubrían el cielo nocturno amenazando con una tormenta que no terminaba de llegar. Una fina cortina de agua empapaba hasta los huesos a los transeúntes imprudentes. Y en una casa desvencijada, pequeña, con olor a humedad y suelo que crujía, un enorme hombre escribía en una pequeña libreta, a la luz eléctrica de una bombilla de bajo consumo que colgaba desnuda del techo. De pelo largo y oscuro, aunque ya con alguna cana, y nariz con aspecto de haberse partido, como si hubiera sido boxeador o se hubiera metido en bastantes peleas. La luz artificial, justo sobre el, iluminaba una habitación sencilla, pero vieja, con aire provisional. Una cama de matrimonio, de colcha verdosa y agujereada, y cabecera y pie de hierro, ya algo oxidado, descansaba en medio de la habitación, ocupando casi todo el espacio junto con un armario de madera maciza, de dos puertas, con uno de los tiradores rotos y una de las puertas que no cerraba bien. El resto de hueco libre, junto a la pequeña ventana de persianas rotas y cortinas mohosas, lo ocupaba una mesa y una silla, que hacían las veces de escritorio.


Allí estaba el enorme hombre, vestido con una simple camiseta gris y unos vaqueros desgastados. Miraba el papel escrito a mano que descansaba sobre la madera vieja. El ceño fruncido, remarcaba las sombras de sus ojos hundidos. Sus dedos, nudosos y ásperos, golpeaban rítmicamente el reposa brazos de su asiento, denotando su impaciencia. Volvió a leer el papel por enésima vez, cogiéndolo con la mano izquierda y frunciendo más el ceño. Gruño, lo dejo, se levantó, volvió a coger el papel y lo volvió a dejar.


-Increíble… - refunfuño para si. Comenzó a gesticular, alzando las manos y agitándolas a su alrededor, mientras paseaba en aquella pequeña habitación como un león enjaulado. -Después de… ¡y ahora van y…! - una serie de sonidos inconexos salió de su garganta, como si hubiera olvidado como hablar. Finalmente, soltó una exclamación de rabia contenida, frustración e impotencia, dejándose caer en la cama de matrimonio. Apunto estuvo el mueble de ceder bajo aquel peso repentino. Se tapó la cara con las manos y soltó un largo suspiro, dejando ir todo su mal genio y frustración - Pero tienen razón… - admitió para sí, sin descubrirse la cara.


Se echó hacia atrás, y apoyó la cabeza en la almohada, cerrando los ojos. Fuera comenzó a llover, y el sonido de las gotas repiqueteando contra el cristal le tranquilizó. Si. Tenían razón.
Con otro suspiro, se quitó los zapatos y, tal cual estaba, se metió entre las sabanas húmedas y frías. Tenia que descansar. Iban a ser unos días duros…


Tenía que encontrar un aprendiz.

Mientras la tormenta estallaba en la calle, empapandolo todo, iluminando el cielo de un antinatural naranja con sus relámpagos, y amenazando con llevarse volando cualquier cosa que no estuviera bien anclada al suelo, el hombre se fue quedando dormido. Cada vez más profundamente, con los truenos, la lluvia y el ulular del viento como nana.

En sueños vio un enorme lobo negro, con el que corría a la par por el bosque agitándose bajo la tempestad. Y sin despertar, sonrió.

2 comentarios:

  1. Que abstracto todo, por un momento me he imaginado a Alucard al decir que tenía el pelo largo y oscuro, me ha gustado la verdad, muy breve y con mucha descripción (Tu lado Tolkien, que le vamos a hacer xD). Igual de algún relatillo de estos cuando tenga un rato te hago alguna ilustración, sobretodo si son tan "siniestros", me dará juego de luces y sombras XD

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  2. Y de mala leche logró dormirse. Llega a ser mujer y estaria con el "run-run" en la cabeza toda la noche. Seguro.

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